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24 abr 2018

MARIPOSA





MARIPOSA 
  
Como una frágil mariposa 
busco en la inmensidad del cielo 
las ofertas de amor 
de paz 
de bondad plena 
y me surto de voces celestiales 
que embriagarán mis noches 
resonando en mi alma que despliega su llama 
y me explica con calma 
como sabe el licor de la abundancia. 
Abundancia de amores que declaman 
que reviven 
e interpretan su danza primitiva. 
La auténtica razón de su existencia 
las verdades escritas en sus páginas 
no son reconocidas como ciertas. 
Han borrado las letras del libro de los gozos 
garabateando en su lugar 
conspicuos e inmorales desenfrenos. 
Las almas se acreditan en un sobre 
que porta en su interior 
el juego del placer libidinoso. 
Y mi alma me alerta de los riesgos 
de comprar en las tiendas donde ofertan. 
Es un juego mentiroso arriesgar el corazón 
a sufrir los embates del dolor. 
El amor está inscripto en los libros de los buenos 
son rubores    sensaciones imperiales 
conjunciones de emociones 
sol que brilla en la ribera 
contentando primaveras. 
  
Cada cosa creada tiene un fin en sus gradas. 

BEATRIZ OJEDA

Inundación



INUNDACIÓN 

Siento las campanas de la vida 
tañer sus voces vivas. 
Es la inundación de los cimientos 
la que envía señales a mi puerta. 
Se ha inundado la tierra 
de mis bienes 
con aroma a lavanda 
con cantos de aleluya 
con sabor a duraznos 
con caricias eufóricas 
y con chispas de amores incendiarios. 
Regresó la alegría a mis raíces. 
Es hora de explorar mis sentimientos. 


tres campanadas







TRES CAMPANADAS 

Tres campanadas sonaron 
tres 
sólo tres 
y el cielo quedó en suspenso 
meditando 
antes de desplomarse sobre el suelo. 
Sobre la tierra conviven los humanos 
cadáveres ilusos. Proyección de sus egos 
encajonados  
muertos 
despiertan la locura. 
Locura sempiterna de los huecos cerebros 
ungidos con miel seca 
derraman su vileza. 
Suelo y cielo comprimidos 
desnudados  
Cobertizo del sol 
anochecido 
agujero sin luz. 
Oscura niebla se avecina. 

 Beatriz Ojeda

YACE EL DOLOR




YACE EL DOLOR 

Yace el dolor sobre las mantas 
 cálidas fuentes de calor 
lo animan. 
Batallan con sus últimos suspiros 
Refuerzan sus fronteras. Le insuflan sangre nueva. 
Yace el dolor con su tristeza. 
Yace y espera el último suspiro. 
Levantan su cabeza los tambores de guerra. 
Y el dolor se enardece 
revive 
pide un sable  
combate los ayeres agobiantes. 
Renueva sus blasones 
y se convierte en alma. 
Alma resiliente. 
Alma que devora tempestades  
con sus fauces clamando  
por un tiempo de fuego en sus auroras. 
Alma que brinda amor y fuego sacro  
a los dolores perdidos en sus duelos. 

Beatriz Ojeda