Tú tienes en tus manos unas plumillas blancas
el sello de la paz se acurruca en tu alma.
Palomas y palomas se han posado con ansias
en ese humilde hueco que recibe las cartas.
Te han pedido alimento para sanar sus almas
un trozo de pan fresco una frazada ajada
unos zapatos íntegros unos guantes de amparo
y un ramo de ilusiones para seguir soñando.
Son niños hambrientos ellos son quienes andan
desnudos extenuados perdidos en la nada.
Tu figura pequeña se agiganta en la danza
de muchas manos dulces que tienes como bálsamo.
Una caricia apenas en la cabeza aclara
la sombra que oprimía las mañanas doradas.
Teresa de Calcuta te llaman te proclaman
corazón de milagros corazón de alborada.
Cada arruga denuncia el sabor de tu gracia
sentido de tu vida absorbiendo las lanzas
que han herido el espíritu de niños despojados
perdidos en la niebla caminando en sus círculos
repitiendo sus mantras que calman sus espantos.
Teresa te han llamado y en tu canto de hada
generosa empeñada tú dejas toda el alma
ayudando a los seres que nacieron desnudos
esperando el ropaje de caricias guardadas.
Teresa de Calcuta mujer de soberanas
inquietudes despiertas por halagar el alma
de aquellos que merecen una vida amparada.
Beatriz Ojeda