Cuándo anunciarás que estás vibrando
por mí,
por ti,
por nuestro encuentro convenido.
En el lecho de ese río está mi sombra,
la que fue una noche dulce mi conquista .
Los arbustos de la orilla se despiertan,
esperando el momento de escucharnos,
dilatando el ya me voy,
el no sé cuando.
Hoy no estamos en tiempo de derrotas
es la hora de decirnos tantas cosas
de acercar el corazón a la verdad
y gritar por el tiempo que emigró.
Ya no me marcho.
Estoy aquí para quedarme
sin preguntar
sin responder
sólo te quiero en este mar de sentimientos
deshilachados por el tiempo.
Pero en mi alma hay una luz que no se apaga,
la que acelera mi latido perezoso,
tras tanto tiempo de rastrearte.
Hasta que el río me llamó con sus arpegios
y estás aquí esperando mi regreso
sin decir nada,
sólo mirándome con tus manos extendidas
y en tus dos ojos un manto de indulgencia
Cómo no amarte,
cómo no verte tan glorioso,
si está el perdón escrito entre tus labios,
aunque no hables,
aunque no digas,
siempre estaré celebrando tu excelencia.