Viajé hasta el barroso tiempo de los pájaros negros
hasta la isla gris de los amargos párpados
hasta la sociedad de los arpegios rotos
hasta la hibernación de la palabra ajada.
Allí no he percibido tu gozo deslumbrado
ni tu esquina piadosa arropada con ansias
colibrí de esta tierra enamorada y casta
conjuga tú mi verbo de exaltación al alba.
Aquí en la humilde casa de la rosa de nata
habita la presencia de una nueva jornada
blanca como la nieve que en la montaña baila
para que tú te quedes conmigo y no te vayas.
Acariciaré tus manos perdidas en la noche
desarrugaré tu frente con mis besos santos
dibujaré en tu sonrisa una azucena albina
veré brillar tus ojos en el viejo santuario.
Beberé tus palabras amorosas de antaño
inundaré mi pecho con tus latidos majos
y clavaré mis uñas en mis palmas sedientas
cuando la lluvia fresca de tus besos me invada.
Iniciaré una danza en pentagrama ecléctico
asociaré tus lazos de jubilosos trazos
y envolveré en el limbo de los grandes amantes
dos almas que aprendieron a revivir las llamas
de la pasión eterna conjugada en distancia.
BEATRIZ OJEDA