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18 oct 2017

BLANCA Y HELADA SOMBRA



BLANCA Y HELADA SOMBRA

Tenías en tus labios una mueca
apenas una línea pintada en la condena.
Llevabas un vestido bordado con geranios
blanco como tu piel
blanco y helado.
Deambulabas sin rumbo con los ojos llorados
con el alma atrapada entre el amor y el odio.
Un carbón de dolor emergía de tu pecho.
El sol no sonreía
las nubes se escondían detrás de la neblina
y lágrimas marchitas mojaban tu alegría.
Habías construido un mundo ilusionado.
Te dejaste engañar por su señor encanto
y no pudiste ver que detrás de su hechizo
habitaba la sombra del demonio embustero
y creíste en sus besos
sus promesas
sus ruegos.
Te vestiste de encaje y una flor en el pelo.
Era el día nupcial que lucía su atuendo.
Llegaste en tu carruaje embriagada de cielo
descendiste princesa acariciando el velo
y transitaste erguida por el pasillo egregio.
Permaneciste allí esperando a tu amado
el reloj impertérrito iba cantando horas.
Sólo tu sombra gris resistía en silencio
con la ilusión de ver aparecer tu sueño.
Era la noche ya.
Era el ocaso triste de un tiempo que ha partido.
Caminaste aturdida en tu verdad mentida.
Desde entonces deambulas por la calle vestida
con tu traje de encaje y geranios marchitos
Blanca y helada sombra atravesando días.

BEATRIZ OJEDA
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