en ese dintel desnudo
aspirándote la muerte
se llevó tus ojos fríos.
Se llevó tus ojos fríos
en su canasto ciruela
y ya no puedes mirarme
con tus luceros candela.
Con tus luceros candela
extrajiste mis gemidos
aquella noche de fiesta
cuando el jardín florecía.
Cuando el jardín florecía
y embriagaba nuestro pecho
con azucenas y lirios
convertidos en suspiros.
Convertidos en suspiros
los deseos se volvían
helada nieve luctuosa
escondiendo tu partida.
Escondiendo tu partida
sin razón y sin mesura
sin verte morir, has muerto,
ya no existes en mi vida.