Viene por el camino
un emisario de los Dioses
con su barba crecida
y sus sandalias rotas
viene entonando una plegaria
despertando las sombras.
Y las musas del bosque
traen el vino de la vida eterna
y el pan horneado por sus manos.
Le abrigan los hombros azulados
con el fuego sagrado.
Acunan su descanso con arrullos
y cuando llega la aurora
se esconden tras las ramas
Avizoran el despertar del mensajero
comenzando otro día de trabajo
cantar por los caminos alabanzas
liberar de tristeza las almas desoladas
con el verbo sagrado que trasmita
luz de vida a los seres que transitan
esperando el final de esta avenida.