Ante los tiempos desangrados de la historia,
se han derramado los vientres de la tierra.
Se han cruzado los pedales de los cuentos
para salir a recorrer los paraninfos.
Se detuvieron los relojes de los vivos
y se ajustaron los relojes de los muertos,
porque se han vuelto diferentes los presentes.
Se han visto abiertos los antojos macilentos,
desenterraron los poetas los libretos
y recordaron que los puestos de siniestros
se detonaron con el grito del silencio.
Se detonaron los silencios con tu verso.
Acribillados los presentes angustiados
han desarmado los países que se yerguen
ante la luz de los aromas libertarios.
Aquí te dejo con tu pluma oxigenada
para que grites tus ponencias alumbradas
y si te unes a la urbe de los buenos
serás uno, más uno gigantesco.
Y serán unos los sumado más los otros,
serán simiente de pasión embravecida
que se reporta ante el zaguán del poderoso,
Maestro azul que persevera tras su hoja.
se han derramado los vientres de la tierra.
Se han cruzado los pedales de los cuentos
para salir a recorrer los paraninfos.
Se detuvieron los relojes de los vivos
y se ajustaron los relojes de los muertos,
porque se han vuelto diferentes los presentes.
Se han visto abiertos los antojos macilentos,
desenterraron los poetas los libretos
y recordaron que los puestos de siniestros
se detonaron con el grito del silencio.
Se detonaron los silencios con tu verso.
Acribillados los presentes angustiados
han desarmado los países que se yerguen
ante la luz de los aromas libertarios.
Aquí te dejo con tu pluma oxigenada
para que grites tus ponencias alumbradas
y si te unes a la urbe de los buenos
serás uno, más uno gigantesco.
Y serán unos los sumado más los otros,
serán simiente de pasión embravecida
que se reporta ante el zaguán del poderoso,
Maestro azul que persevera tras su hoja.
Copyright © Beatriz Ojeda
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